Os
seré sincera. Hoy no quiero escribir. No quiero escribir porque no
me apetece desnudarme, porque he aprendido que las palabras pueden
doler como puños y porque no quiero hablar sobre el amor, como si
existiese otra cosa. No quiero escribir porque hay quien se toma esto
como un diario. Porque hay quien no entiende que no soy yo la que
escribe y que no lo hago para él. No quiero escribir porque tendría
que contaros que vuestro corazón se romperá y volverá a sanar y se
volverá a romper y sanará de nuevo y otra vez os dolerá y se
volverá a curar. Porque así es como funciona esta máquina, porque
así es como se sabe vivo. Porque el corazón no aprende y por eso es
corazón.
No
puedo escribir porque tendría que contaros que me enamoro cada cinco
minutos, de él. Porque tendría que aceptar que me he equivocado mil
veces, de mil maneras y he vuelto a repetir. Tendría que explicaros
que el sol brilla más cuando se refleja en sus ojos, que las noches
son buenas si me las da él y cientos de cursiladas que sólo los
corazones que aman entenderían.
No
quiero escribir porque tendría que deciros sobre su forma
sobreactuada de ponerse frente a la cámara, sobre lo insólito de de
esos ojos que desaparecen cuando sonríe y sobre sus tiernas
palabras. Tendría que confesaros que es un caramelito, que hace mis
días más alegres y que aún no lo he besado. Tendría que deciros
que nadie luce la capucha como él, hablaros de su pelo despeinado y
sobre sus marcas de expresión.
Me
vería obligada a deciros que me gustó desde el primer momento que
lo vi, que supe que me iba a doler y también supe que no me querría
perder aquello por nada del mundo.
Tendría,
vergonzosamente, que confesaros que en seguida me puse a fantasear,
que pronto basé la realidad en mi imaginación y que estaba sacando
el billete antes de conocer el destino.
Os
hablaría, por ejemplo, de que desde el principio lo reconocí, que
sentí que la vida lo había puesto aquí para mí y que yo no quise
hacerle el feo.
Por
eso hoy no me busquéis en la última página del periódico ni en
cualquier lugar donde habite la cordura.
No
me busquéis hoy, porque hoy no me encuentro. No me busquéis, pues
por ésas y otras razones, hoy no voy a escribir.
Texto: Santi Jiménez
Imagen: Rocket, Brad Phillips
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