jueves, 18 de agosto de 2016

Hoy no voy a escribir

Os seré sincera. Hoy no quiero escribir. No quiero escribir porque no me apetece desnudarme, porque he aprendido que las palabras pueden doler como puños y porque no quiero hablar sobre el amor, como si existiese otra cosa. No quiero escribir porque hay quien se toma esto como un diario. Porque hay quien no entiende que no soy yo la que escribe y que no lo hago para él. No quiero escribir porque tendría que contaros que vuestro corazón se romperá y volverá a sanar y se volverá a romper y sanará de nuevo y otra vez os dolerá y se volverá a curar. Porque así es como funciona esta máquina, porque así es como se sabe vivo. Porque el corazón no aprende y por eso es corazón.

No puedo escribir porque tendría que contaros que me enamoro cada cinco minutos, de él. Porque tendría que aceptar que me he equivocado mil veces, de mil maneras y he vuelto a repetir. Tendría que explicaros que el sol brilla más cuando se refleja en sus ojos, que las noches son buenas si me las da él y cientos de cursiladas que sólo los corazones que aman entenderían.
No quiero escribir porque tendría que deciros sobre su forma sobreactuada de ponerse frente a la cámara, sobre lo insólito de de esos ojos que desaparecen cuando sonríe y sobre sus tiernas palabras. Tendría que confesaros que es un caramelito, que hace mis días más alegres y que aún no lo he besado. Tendría que deciros que nadie luce la capucha como él, hablaros de su pelo despeinado y sobre sus marcas de expresión.
Me vería obligada a deciros que me gustó desde el primer momento que lo vi, que supe que me iba a doler y también supe que no me querría perder aquello por nada del mundo.
Tendría, vergonzosamente, que confesaros que en seguida me puse a fantasear, que pronto basé la realidad en mi imaginación y que estaba sacando el billete antes de conocer el destino.
Os hablaría, por ejemplo, de que desde el principio lo reconocí, que sentí que la vida lo había puesto aquí para mí y que yo no quise hacerle el feo.

Por eso hoy no me busquéis en la última página del periódico ni en cualquier lugar donde habite la cordura.
No me busquéis hoy, porque hoy no me encuentro. No me busquéis, pues por ésas y otras razones, hoy no voy a escribir.

Texto: Santi Jiménez

Imagen: Rocket, Brad Phillips

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