El
viento ha cambiado y ya no sopla hacia ti. La lluvia no cesa, nos
sabe tristes. No queda nada por hacer, los intentos se agotaron y la
frustración y la desesperanza no nos son ajenas.
Llamo
a la abogada y te llamo a ti. Veinticinco años oprimen mi pecho.
Hoy
los papeles no son barquitos ni aviones, no muestran alegres
pajaritas, no guardan cartas de amor. Hoy los papeles sólo saben
decir adiós.
Soy
incapaz de poner números al desamor.
Otros
números acuden a mi cabeza:
12,
cuando te conocí.
17,
los años que contábamos en nuestro primer beso.
7,
novios.
1,
día de la boda.
10,
él.
17,
ella.
6,
se acabó.
Me
recuerdo pasando en bicicleta bajo tu balcón. Recuerdo mi empeño en
que fueses tú, mi entrega, mi obstinación y sé que quizá la
memoria es injusta, pero me recuerdo amando mucho tiempo por los dos.
Así
que hoy te digo adiós con el corazón envuelto en papeles que no
saben nada de nosotros. Te digo adiós como se dice adiós a las
cosas que nunca se van. Te digo adiós como se despide a aquello que
nunca te perteneció y que siempre será tuyo. Te digo adiós como a
aquello que te da y te quita la vida. Pero te digo adiós.
En
la noria de mi cabeza ruedan los quizá.
Quizá
debí ser más yo y menos lo que tú esperabas.
Quizá
debimos besarnos más.
Quizá
debimos dormir siempre juntos.
Quizá
no debí mirar para otro lado.
Quizá
debí protestar más.
Quizá
debí estar más atenta.
Quizá
debí soñar menos.
O
quizá no debí renunciar a soñar.
Quizá
no debí justificarme nunca.
Quizá
no debí justificarte jamás.
Quizá
las voces debieron ser más suaves.
Quizá
los abrazos debieron ser más largos.
Quizá
no lo intentamos lo suficiente.
Quizá
lo intentamos de más.
Quizá,
quizá, quizá.
Texto: Santi Jiménez
Imagen: Jarek Puczel
No hay comentarios:
Publicar un comentario