Suegra= madre política. “Suegra”,
¡vaya tela!, ya la propia sonoridad de la palabra tira de espaldas. Si es que
es decirlo y te pasa como con los Donettes, te salen amigos por todas partes. Y
si a esta delicia añadimos “política”, pues comprendo que da ganas de bajarse
del artículo desde ya.
Hoy vengo con el sano propósito
de que os dejéis seducir por este paraíso por descubrir y desterréis por
siempre a estos adorables seres del lado oscuro, del lado oscuro de las
personitas que os llevaríais a una isla desierta.
Empecemos: “las suegras son un
bien necesario”. Esta frase hay que repetirla como un mantra, hasta
creérsela. ¡Ey, a ver!, el listo que ha dicho: “en vías de extinción”, que se
ponga el último de la fila, sin rechistar.
Confesaré que me resultó bastante
difícil encontrar un título apropiado para acompañar tan altruista propósito,
en mi incontinencia verbal característica, un Sinfín (¿He vuelto a oír
“pelota”?) de posibilidades del inmenso cajón de títulos se agolpaban en mi
cabeza, mas ninguna terminaba de encajar. A saber:
1.- Quien tiene una suegra,
tiene un tesoro. Ya me imaginaba a algún desalmado contestando: “¡Y unos
cojones!” Y claro, no queremos que eso ocurra, que la prensa también se lee en
horario protegido. Y habría quien quisiera ponerla a buen recaudo en un lindo
cofre o cámara acorazada, como tesoro que es. Desde luego, ¡hay gente “pa to”!
2.- Suegras, esas grandes
incomprendidas. A este título le veía bastantes posibilidades. Ciertamente,
no sabemos comprender sus acertadísimas expresiones, sus bienintencionadas
sugerencias, sus sabios consejos, su omnipresencia absoluta, su ser
jueves a diario. Su, su, su… ¡Desfibriladorrr, por favorrr! ¡Creo que una
servidora va a entrar en parada cardiorrespiratoria! Ah, pues no.
Todo te lo dicen por tu bien y
con cariño, eso te lo tienes que grabar a fuego y punto. Ese “has ganado un
poquito de peso, ¿verdad?”, “malo no está, pero le noto un regustillo así como
a…”, “mejorando lo presente, pero ¡mi otra nuera es que es!”, “esta tortilla es
de esas que venden hechas en Mercadona, ¿no, querida? (y, por supuesto, lo
es)”. Todo esto son minucias, pequeñas gotitas que golpean una y otra vez y van
dilapidando hasta rebosar la frágil copa de tu paciencia.
3.- Suegras, ¡pies para qué os
quiero! En seguida supe que este título no cumpliría mis expectativas.
¡Confesad, bichos!, ¿cuántas veces habéis apagado las luces y desconectado el
timbre cuando esa manita, que un día estrechó la de vuestra pareja, aporrea
vuestra puerta? y ¿cuántas os quedásteis impasibles ante la llamada entrante de
la madre de vuestros nietos? ¿Eh? ¡Pecadores!
¿Acaso nunca les habéis dicho a los niños que
estáis en la ducha, que habéis salido, que no os podéis poner al aparato o que
estáis ocupadísimos? Mmmmm, ya.
4.- Suegras, su peso en plomo,
polvo, oro. Contra de la creencia popular, nuestras queridas
madres políticas detestan repasar, no les va la prueba del algodón, son más de
pasar el dedico.
No hay suegra que se resista a ir
directa al WC cuando llega a tu dulce hogar y más vale que te despidas
cariñosamente, pues pasará su media horita larga hasta vuestro próximo
reencuentro. ¿Estreñimiento? Lo dudo. Lo que ahí dentro ocurra será una
auténtica lección magistral para la policía científica: toallas,
apliques, repisas, baldas, cristales, espejos, mamparas, baños, etc., NADA
escapa a su atenta e implacable mirada. Pero no debes preocuparte, tú nunca
estarás a la altura.
5.- La suegra lo sabe todo,
todo y todo. Es como una fusión de El libro gordo de Petete y La
Biblia en pasta. Me río yo del pelocho, el 11811 y cualquiera de estos
aficionadillos. Ella y nadie mejor que ella para resolverte esas dudillas que
tienes y las que no, también.
Si es que un máster en todo, la
cachonda. Sabe si te pegan los zapatos, lo que te tienes que tomar para esa
tos, dónde venden la mejor fruta, el color de pelo que te favorece, si tienes
mala cara, si no, ya te la pone ella.
Con tus hijos siempre serás una
inepta absoluta y te lo hará saber, no delante de tu pareja, claro. Si son
guapos, son clavaditos al papá o incluso a su tío-abuelo lejano, pero como los
vea tirando a feos, serán calcaos a tu familia. Lo mismo para las virtudes y
defectos de las criaturas.
6.- Suegras, un planazo para
este verano. Éste era uno de mis títulos preferidos, por las fechas y por
lo recomendable de la compañía. Así faltara sitio para la botella de oxígeno,
si quieres disfrutar de lo lindo, deja hueco en la maleta para la suegra, lo
agradecerás.
Playa o montaña, esa ya no es la
cuestión, lo importante es que se venga la suegra. Quién si no te va a decir lo
bien que te sienta el bañador, que no se te nota la tripa, ni las cartucheras,
ni la celulitis, que le eches crema a los críos, que se han quemado por tu
culpa, que le eches vinagre en las quemaduras, para los piojos, que la playa
les da hambre, que hagan los deberes, que no hagan ruido en la siesta, que no
pueden llevar el ritmo de los mayores, o que lo lleven, que le recojas esos
pelos, que no coman tantos helados o que los coman, que, que, que,… ¡qué
planazo!
Ya decía el bueno de Milikito que
venía de un viaje de placer cuando acababa de llevar a su suegra al aeropuerto.
Os preguntaréis entonces, si
existe la suegra ideal. Rotundamente, sí. Sirvan estos ejemplos para los
escépticos:
a) La afónica.
b) La que se
encuentra en busca y captura.
c) Aquella con
una simpática orden de alejamiento.
d) La que vive
a más de 900 kms.
e) O la que está disfrutando con
Curro de su merecido cuponazo.
Por otro lado, cómo puede ser que
mi adorable madre, esa que no hay más que una, sea a un tiempo la suegra de mi
cuñá (pero si parece una copla). ¡Eso va contra natura, tiene que ser ilegal,
tiene que estar penalizado o algo!
Chicas, reflexionemos, qué nos
pasa, los suegros, los yernos, en general, suelen ponerlo -quizá- un poquito
más fácil. Cierto que llegado un punto, todas nos llenamos de buenas
intenciones, sobre todo, al alcanzar cierta madurez y nos decimos (así,
en plan guay): “Yo no seré como ella. Les dejaré hacer su vida. Tampoco seré su
colega, claro. Pero vamos, que si quieren me tendrán, no opinaré todo el rato.
Y si me llaman iré, que si no, tan amigos, sin enfadarme y eso ¿no?”.
Pero, ¿sabéis qué?:“ESO ES…
¡MENTIRA!”.
P.D.: Queridísima suegra:
Todo esto no va contigo.
Tú eres divina.
Comemos el domingo.
Love youuu!
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