sábado, 11 de octubre de 2014

SUEGRAS


Suegra= madre política. “Suegra”, ¡vaya tela!, ya la propia sonoridad de la palabra tira de espaldas. Si es que es decirlo y te pasa como con los Donettes, te salen amigos por todas partes. Y si a esta delicia añadimos “política”, pues comprendo que da ganas de bajarse del artículo desde ya.

Hoy vengo con el sano propósito de que os dejéis seducir por este paraíso por descubrir y desterréis por siempre a estos adorables seres del  lado oscuro, del lado oscuro de las personitas que os llevaríais a una isla desierta.

Empecemos: “las suegras son un bien necesario”. Esta frase hay que repetirla como un mantra, hasta creérsela. ¡Ey, a ver!, el listo que ha dicho: “en vías de extinción”, que se ponga el último de la fila, sin rechistar.

Confesaré que me resultó bastante difícil encontrar un título apropiado para acompañar tan altruista propósito, en mi incontinencia verbal característica, un Sinfín (¿He vuelto a oír “pelota”?) de posibilidades del inmenso cajón de títulos se agolpaban en mi cabeza, mas  ninguna terminaba de encajar. A saber:

1.- Quien tiene una suegra, tiene un tesoro. Ya me imaginaba a algún desalmado contestando: “¡Y unos cojones!” Y claro, no queremos que eso ocurra, que la prensa también se lee en horario protegido. Y habría quien quisiera ponerla a buen recaudo en un lindo cofre o cámara acorazada, como tesoro que es. Desde luego, ¡hay gente “pa to”!

2.- Suegras, esas grandes incomprendidas. A este título le veía bastantes posibilidades. Ciertamente, no sabemos comprender sus acertadísimas expresiones, sus bienintencionadas sugerencias, sus sabios consejos, su  omnipresencia absoluta, su ser jueves a diario. Su, su, su… ¡Desfibriladorrr, por favorrr! ¡Creo que una servidora va a entrar en parada cardiorrespiratoria! Ah, pues no.

Todo te lo dicen por tu bien y con cariño, eso te lo tienes que grabar a fuego y punto. Ese “has ganado un poquito de peso, ¿verdad?”, “malo no está, pero le noto un regustillo así como a…”, “mejorando lo presente, pero ¡mi otra nuera es que es!”, “esta tortilla es de esas que venden hechas en Mercadona, ¿no, querida? (y, por supuesto, lo es)”. Todo esto son minucias, pequeñas gotitas que golpean una y otra vez y van dilapidando hasta rebosar la frágil copa de tu paciencia.

3.- Suegras, ¡pies para qué os quiero! En seguida supe que este título no cumpliría mis expectativas. ¡Confesad, bichos!, ¿cuántas veces habéis apagado las luces y desconectado el timbre cuando esa manita, que un día estrechó la de vuestra pareja, aporrea vuestra puerta? y ¿cuántas os quedásteis impasibles ante la llamada entrante de la madre de vuestros nietos? ¿Eh? ¡Pecadores!

 ¿Acaso nunca les habéis dicho a los niños que estáis en la ducha, que habéis salido, que no os podéis poner al aparato o que estáis ocupadísimos? Mmmmm, ya.

4.- Suegras, su peso en plomo, polvo, oro. Contra de la creencia popular, nuestras queridas madres políticas detestan repasar, no les va la prueba del algodón, son más de pasar el dedico.

No hay suegra que se resista a ir directa al WC cuando llega a tu dulce hogar y más vale que te despidas cariñosamente, pues pasará su media horita larga hasta vuestro próximo reencuentro. ¿Estreñimiento? Lo dudo. Lo que ahí dentro ocurra será una auténtica  lección magistral para la policía científica: toallas, apliques, repisas, baldas, cristales, espejos, mamparas, baños, etc., NADA escapa a su atenta e implacable mirada. Pero no debes preocuparte, tú nunca estarás a la altura.

5.- La suegra lo sabe todo, todo y todo. Es como una fusión de El libro gordo de Petete y La Biblia en pasta. Me río yo del pelocho, el 11811 y cualquiera de estos aficionadillos. Ella y nadie mejor que ella para resolverte esas dudillas que tienes y las que no, también.

Si es que un máster en todo, la cachonda. Sabe si te pegan los zapatos, lo que te tienes que tomar para esa tos, dónde venden la mejor fruta, el color de pelo que te favorece, si tienes mala cara, si no, ya te la pone ella.

Con tus hijos siempre serás una inepta absoluta y te lo hará saber, no delante de tu pareja, claro. Si son guapos, son clavaditos al papá o incluso a su tío-abuelo lejano, pero como los vea tirando a feos, serán calcaos a tu familia. Lo mismo para las virtudes y defectos de las criaturas.

6.- Suegras, un planazo para este verano. Éste era uno de mis títulos preferidos, por las fechas y por lo recomendable de la compañía. Así faltara sitio para la botella de oxígeno, si quieres disfrutar de lo lindo, deja hueco en la maleta para la suegra, lo agradecerás.

Playa o montaña, esa ya no es la cuestión, lo importante es que se venga la suegra. Quién si no te va a decir lo bien que te sienta el bañador, que no se te nota la tripa, ni las cartucheras, ni la celulitis, que le eches crema a los críos, que se han quemado por tu culpa, que le eches vinagre en las quemaduras, para los piojos, que la playa les da hambre, que hagan los deberes, que no hagan ruido en la siesta, que no pueden llevar el ritmo de los mayores, o que lo lleven, que le recojas esos pelos, que no coman tantos helados o que los coman, que, que, que,… ¡qué planazo! 

Ya decía el bueno de Milikito que venía de un viaje de placer cuando acababa de llevar a su suegra al aeropuerto.

Os preguntaréis entonces, si existe la suegra ideal. Rotundamente, sí. Sirvan estos ejemplos para los escépticos:

a)         La afónica.

b)         La que se encuentra en busca y captura.

c)         Aquella con una simpática orden de alejamiento.

d)         La que vive a más de 900 kms.

e)      O la que está disfrutando con Curro de su merecido cuponazo.

Por otro lado, cómo puede ser que mi adorable madre, esa que no hay más que una, sea a un tiempo la suegra de mi cuñá (pero si parece una copla). ¡Eso va contra natura, tiene que ser ilegal, tiene que estar  penalizado o algo!

Chicas, reflexionemos, qué nos pasa, los suegros, los yernos, en general, suelen ponerlo -quizá- un poquito más fácil. Cierto que llegado un punto, todas nos llenamos de buenas intenciones, sobre todo, al  alcanzar cierta madurez y nos decimos (así, en plan guay): “Yo no seré como ella. Les dejaré hacer su vida. Tampoco seré su colega, claro. Pero vamos, que si quieren me tendrán, no opinaré todo el rato. Y si me llaman iré, que si no, tan amigos, sin enfadarme y eso ¿no?”.

Pero, ¿sabéis qué?:“ESO ES… ¡MENTIRA!”.

P.D.: Queridísima suegra:

Todo esto no va contigo.

Tú eres divina.

Comemos el domingo.

Love youuu!

Imágenes:Santi Jiménez Serrano

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