martes, 21 de octubre de 2014

El dúplex


Anoche,
tu cuerpo era un extraño.
Nuestro cuarto, un extranjero,
bañado acaso por otra luz.
Tus manos me hablaban
de nuevo,
con la urgencia
de aquel hotel de París.
Por un momento,
me supo a Gloria,
a pasado enterrado,
a comienzo,
a historia por escribir,
Aún así no noté tu alianza
en mi espalda.
Me siento otra en este abrazo.
No reconozco esta piel que nos envuelve.
Este latido, este aliento,
todo me es tan ajeno.
Esta caricia es tan nueva.
Esta canción aún no ha sido escuchada,
Nadie había escrito este verso.
Y tú,
jamás te había visto esa mirada.
No he reconocido ni tu voz.
Has dicho otro nombre entre susurros.
Ha sido la primera y la última vez, de algo.
Y qué pasa si ya no me despierto más a tu lado.
Si ya no confundimos las almohadas.
Si, de repente,
no calientas más mi lado de la cama.
Si no entrelazas tus piernas con las mías.
Por qué anoche no cruzamos las miradas.
Por qué no supimos que aún nos quedaban más ganas.
Por qué tu cepillo no descansaba cómplice
sobre el mío,
por qué ya no se encontraban.
Por qué esta mañana no he quemado tus tostadas, como siempre.
Por qué no te besé antes de marcharte,
con las prisas,
con la risa tonta,
con esas ganas de volver a verte
con tus ganas de volver a por más,
de repetir el postre.
Por qué hoy,
no encajan mis llaves...


¡Qué manía de hacer todos los dúplex iguales! Cuando se lo cuente a mi marido, se va a reír.

Imagen y texto: Santi Jiménez.

2 comentarios: