lunes, 20 de octubre de 2014

Metamorfosis

"Todo empezó como empiezan estas cosas: con un “para siempre”, con un “sin ti, muero”, con un “en la curva de esos labios un día yo me mato”.

¡Cómo erais! Por entonces, recuerda, volaban las horas, sobraban las distancias, faltaban las posturas, no quedaban probadores de El Corte Inglés por probar, ni túneles de lavado donde no remojar vuestras ganas, ni salas de cine donde degustar cualquier delicia, incluso las palomitas en lugares insospechados.
Luego, unas cuantas heridas después, tras algunas hipotecas, desilusiones y estrías acumuladas, la piel de gallina dejó paso a los malentendidos; el sublime tiempo suspendido en sus caderas fue sustituido por los incómodos tropezones en el pasillo. Los poemas erótico-festivos del espejo del baño, dejaron paso a las notas rápidas y anodinas en el frigorífico. Esos “te quiero” sin palabras de tus manos en su pelo, de sus jadeos en tu nuca, necesitaron hasta alarmas en el móvil para no olvidar un aniversario, un cumpleaños e incluso, que de vez en cuando, había que darse algún abrazo.
Te pones a pensar y ya ni recuerdas el punto exacto en el que pasasteis de ser depredadores sexuales adictos al amor, a simples compañeros de piso.
¿Cuándo comenzó el principio del fin? Un final que no llega, un final que os está re-matando. Un final que duele en cada foto del álbum que repasas con la ilusión de volver a mirarle con ojitos, con aquella chispa que arrastraba mariposas.
¿Cuándo fue la última noche que te dormiste sin llorar? ¿Cuándo, el último desayuno que no mojaste las tostadas en lágrimas? Y lo intentas una y otra vez y te reprochas las pocas ganas, los muchos rencores, las pobres excusas, los amargos sinsabores, los escasos aciertos, los evitables errores. Miras esquivando la viga de los tuyos y no ves más que la paja sobre sus cansados y aburridos ojos, que se posan en cualquier parte que no se llame “Tú”.
Pero un buen día, te levantas y te das una ducha renovada y exfolias los malos sueños, te despojas de las malas pasadas, empaquetas las peleas y las envías a Nunca Jamás por Seur, del modo más barato posible, para que se pierdan y no regresen. Y te pones esa camiseta suya, la que te queda tan grande y que tanto le gusta, aquella que no te duraba ni dos segundos puesta y sueltas una carcajada, más fuerte de lo esperado, al recordarlo. Vas a buscarlo a la que ahora es su habitación, con sanas y perversas intenciones y con ganas renovadas, y en la mesilla, junto a una foto castigada bocabajo, encuentras la temida nota."



¿Pero tú quién eres, impostora? Suelta el teclado ahora mismo y déjate de dramas, que esta sección la llevamos Miss Idiot y yo.

Imagen y texto: Santi Jiménez

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