domingo, 19 de octubre de 2014

Maldita Afrodita A


Os preguntaréis a qué viene este ataque directo a la eficaz partener de aquel entrañable superhéroe, que tan buenas tardes nos hizo pasar. Lo veo, lo veo: a la salida del cole, bocadillico de salchicha de Lorca en mano y deberes con la manchica correspondiente en la otra, en mi casica de planta baja y esa puerta siempre abierta.

Lo que decía, por aquel entonces, la sexymbol de hojalata me caía bien, hasta que, con los años, he comprendido sus malvadas intenciones: con su enérgico “pechos fuera”nos hizo creer que con una simple orden podíamos dominar nuestro cuerpo. Quien dice “pechos fuera” dice “pechos firmes” o “talla 36”, “90-60-90”, “Photoshop para el mundo real”.

Cari, no se puede. Al menos, yo no estoy dispuesta, me resulta una lucha tan cansina, tan inútil, tan “pa qué”.

Por supuesto, he tenido mis etapas y he hecho muchas tolonterías. Pero, a día de hoy, queridos, me considero liberada. Creo que en mi liberación han confluido varios factores: mi incapacidad de sacrificio para estos menesteres y mi baja tolerancia al dolor y la renuncia para los mismos y, además,… ¡no podemos gastar tan poco!

A mí, el mundo de Afrodita, en general, me resulta muy agresivo. Siempre atacando y combatiendo: la celulitis, las patas de gallo, los primeros signos de la edad,… no dejan títere con cabeza. Un poquito de corazón <3.

Está sobradamente demostrado que la celulitis es la mejor amiga de la mujer. Nunca te abandona, está a las duras y a las maduras, seas alta o baja, gorda o flaca, siempre. Y tú, erre que erre, combatiéndola con nocturnidad, con frío, con calor… Os digo una cosa: ella no lo haría, pero si es piel de naranja, na-ran-ja, ¡vitamina C!

¿Y los tacones? Quiso Dios que yo, que soy mullidita y acogedora por donde me mires, tenga grasa 0% en el metatarso, lo que se traduce en una incapacidad absoluta para llevar tacón.

Mi cuñada, que es una artista en estas lides, se va a las 7 a.m. subida a 14 cms y regresa a las 20 h, perfecta y oliendo a flores blancas. Se ve que observa que mi labio inferior cuelga demasiado y me dice:

-Nena, si son comodísimos, ¡pruébatelos!

Me encaramo con recelo a esos afilados diablillos, me agarro a su brazo como si no hubiese un mañana y me dice:

-Bueno, otro día.

Como os digo, lo tengo superado, pero de vez en cuando tengo una pequeña recaída, sobre todo si la cosa no duele, es gratis (en este caso fue un regalo) y no me priva del buen comer. Hace poco me puse pestañas postizas, de esas “pelo a pelo”, mmm, una horita en la camilla, eso fue un punto a su favor; otro, que mi Marilyn llevaba también; más, por pereza, para no tener que usar máscara de pestañas y, por último, porque me quedaron unos pedazo abanicos que podía resfriar al contrario, a voluntad. Aviso que no repetiré pues mis pestañas empezaron a crecer, el pegamento comenzó a salir a flote y yo, al pellizcármelo, me las dejé calvas. La buena noticia: tus pestañas vuelven a crecer.

Llevad cuidado que hay mucho imprudente suelto (¡Presente!). El sábado pasado, lo que pretendía ser una alegre mañana en la Nueva Condomina con mi adolescente preferida, se tornó de improviso en un intento de sadomasoquismo:

  • ¡Señora!- la primera, en la frente.
  • ¿Sí? – yo, aún sonriente.
  • ¿Quiere que la pesemos? – con soltura.
  • ¡¿Qué?! – perpleja.
  • Sí, la pesamos y la medimos- muy diligente.

A todo esto acabábamos de darnos un homenaje en la heladería de la esquina.

- ¿Para qué?

- Le decimos su peso ideal, su IMC, su grasa corporal…

- ¡Ja, ja, ja! – se me escapó una risotá que debió oírse en la Plaza de las Flores. – Pero, chica, si yo estoy divina, no hace ná que me liberé.

- Si con esta dieta no se pasa hambre, se-ño-ra.

- Con la mía tampoco, te lo aseguro. Buen día, cariño.

Sin apenas apartar la mirada ni los dedos de su iphone, de los labios de mi hija surgió un apenas imperceptible y orgulloso: “LOL, vaya zas, mamá”.

Señores, a esta vida hemos venido a ser y hacer felices, que cada cual elija cómo. Paz y amor.

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