domingo, 19 de octubre de 2014

Soy idiota.


Sí, no os riáis, que no estoy sola en esto. Más de uno vais de mi manita en este camino y, si no, al tiempo. Sin embargo, estamos de enhorabuena, pues el primer paso en cualquier rehabilitación es reconocer el problema.

¿Cuántas veces habéis metido la pata tan al fondo que parece que ésta haya desaparecido? Ahí lo dejo, al rincón de pensar.

Equilibrio… Mesura… Templanza… Son para mí puras quimeras. Se alzan relucientes y to ofrecíos, pero más intocables que los de Eliot Ness.

Admiro sobremanera a esa gente comedida en sus palabras, actos y ademanes. Si por cada vez que he dicho “no soy quien para darte un consejo” y, voy y lo “casco”, o he soltado una memez tal que le ha subido el azúcar a la barbie “dieta alcachofa”, me asaltase (o NOS asaltase) el megapuño de error y acierto de la tele, otro gallo nos cantara. Que no digo yo que alguna vez no suene la flauta, pero otras tantas, desafinamos que da gusto, brothers.

Sé que soy idiota cuando intento arreglar el mundo a base de cafés descafeinados, buenas intenciones y mucha charla, en el “Quitapesares”. Pero no puedo evitar esos ataques “Mani Manitas, si se rompe se lo arreglamos”, y vuelvo a la carga.

En el cole: _ Por fi, creo que, después de ocho horitas, los niños no deberían seguir haciendo deberes en casa, podrían vivir un poco, ¿no?

En el restaurante: _ Caballero, ¿de verdad cree que el niño come mejor a base de pescozones?

En el parque: _Señora, veo que se empeña en que su niña comparta, ¿me permite el móvil? Tengo que hacer una llamada.

En el autobús: _ No digo yo que le ceda el asiento a la embarazada entera, sólo un cachito para la panza si eso...

Si echo la vista atrás he de reconocer que yo ya era idiota de pequeña. Todo bicho viviente con aspecto abandonado que encontraba, me lo llevaba a casa puesto (No, no fue así como conocí a mi marido, malotes). Mi madre, que siempre ha sido una señora muy sabia, aguantó lo suyo hasta que se plantó: “Cuando tengas tu propia casa te montas un Arca de Noé si quieres, perla.” (Ahora, mi socio no me deja).

Un consejo (¿Ves?, ya estamos. No puedo evitarlo): si quieres evitar problemas, no me cuentes tus cuitas o intentaré solucionarlas. Si, por ejemplo, tu matrimonio va mal, creeré tener línea directa con Cupido e intentaré por todos los medios que os re-enamoréis como el primer día, os enviaré canciones románticas, os escribiré poemas, empapelaré vuestras paredes con vuestras primeras fotos juntos y otras horteradas por el estilo. Creo que Alejandro Sanz, no ha vuelto a comprar tiritas desde que me enteré que tenía el corazón partío. Con la cantidad ingente de apósitos que le envié, si nos ponemos arreglamos el agujerico de la capa de ozono.

¡Oh, oh!, creo que lo he vuelto a hacer.

Apaga y vámonos.

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