viernes, 15 de febrero de 2013

El regalo. Óleo sobre lienzo 92x60 cms.

Siempre me resulta muy placentero empezar una nueva obra, esa emocionante sensación , ese vértigo ante el lienzo en blanco, tanta ilusión, tantas expectativas, es algo que hay que sentir, sobre todo si vas a pintar algo que realmente te motiva. Por eso, yo siempre intento llevarme la obra a mi terreno. Aun si se trata de un encargo, procuro llegar a un acuerdo con la persona que lo solicita en vistas a elegir un modelo que nos garantice un buen resultado, una obra que pueda defenderse, que merezca la pena ser pintada, necesito una motivación, necesito creer en lo que pinto.
Con el retrato y el desnudo, la parte de la motivación está resuelta, pues siento una especial predilección por ambas temáticas, como ya he comentado en varias ocasiones. En el caso del retrato, me permite captar algo más que el físico de las personas, algo así como capturar su alma, eso que nos hace diferentes, nos define, nos humaniza, nos confiere carácter, nos hace particulares, nos diferencia del resto a nivel espiritual, podría decirse. Por su parte, el desnudo, enfrenta al espectador con la esencia del ser humano, sin máscaras, sin tapujos, quita todo lo externo, todo lo material,  nos sitúa frente a la piel, tal cual llegamos al mundo, es el ser en esencia pura, sin abalorios, ese poder igualador del desnudo es lo que me atrae. En esa desnudez ya no existen categorías ni clases. Sin "disfraces", todos somos iguales.
En cuanto a los modelos, prefiero cuerpos reales, naturales, la belleza no es sólo una, los cuerpos llamados "perfectos" no me interesan especialmente, las redondeces, las curvas, me parecen más sensuales, más humanas tal vez, y quizá, permitan a una mayoría identificarse con la obra.



En esta obra en cuestión, fueron varias las motivaciones que mantuvieron mi entusiasmo de principio a fin, la disfruté muchísimo. Fue una sorpresa, nuevamente para mi cuñada, otro regalo de cumpleaños y además, la pinté en secreto, ella no sabía nada y no debía descubrirme. La pinté en el sótano, a escondidas. Como no encontré modelo disponible, tuve que coger una foto de internet (esto no me gusta) y transformarla. La foto original es del fotógrafo José Miguel Jiménez y se trata de una fotografía en blanco y negro, así que tuve que inventar el tono de la piel, esto fue divertido, intenté aproximarlo al tono dorado de la piel de mi cuñada, que era mi fuente de inspiración.
Me complace en esta obra la composición en diagonal, y el contraste que se produce entre las luces del cuerpo y el fondo oscuro. También me dejó satisfecha el escorzo de la pierna a nuestra izquierda.
El fondo lleva muchos colores: siena tostada, ocre, bermellón, carmín de garanza y otros en una primera capa y por último, negro y azul de prusia. En la piel puedo echar cualquier color, en esta ocasión partía como comento más arriba de una foto en blanco y negro, pero quería un desnudo más cálido, así que opté por: ocre, siena natural y tostado, bermellón, amarillo medio, algo de amarillo nápoles, sombra tostada, blanco, azul... uso los colores de manera intuitiva, a veces "me apaño" con lo que tengo en la paleta, creo que la obra se enriquece y se armoniza si vas usando pequeños toques de cualquier color que has empleado en distintas partes del cuadro.
En cuanto al proceso, esta obra la abordé pintando de lo general a lo particular y aplicando alguna veladura cuando el cuadro lo pide o para unificar algún tono o reavivar algún color.
Quedé bastante contenta con el resultado y a mi cuñada Vanessa creo que le gustó el regalo, que era de lo que se trataba.

Os dejo este par de vídeos sobre la evolución del desnudo en el arte desde la Antigüedad hasta el Barroco, el primero y desde el Barroco hasta el siglo XX, el segundo, por si hay algún interesado. Espero que los disfrutéis.

 
 


 
 
 
Muchas gracias por vuestra atención. Nos vemos muy pronto.
Saludos,
Santi Jiménez.
 

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