lunes, 3 de noviembre de 2014

Los que no se pertenecen

Y luego están los que ya no se habitan, los que no se pertenecen, los que ya no encuentras en sus miradas vacías, en ese brillo que te habla de otros mundos, de fríos cristales nevados, de copas vacías o de qué sé yo.
Esos príncipes y princesas que un día reinaron en su castillo o en aquel en el que los tenías encumbrados porque sí, porque ellos lo valen, porque es de ley, porque todos tenemos un rey de corazones en el corazón. Te rescataron incluso a veces y hoy, ven dragones con sus propios ojos y escupen fuego y te devoran y se devoran en sus llamas sin contemplación.
Aún recuerdas que en un tiempo se rendían a tus pies y acudían raudos a tu llamada y eran ungüento y medicina y remedio y hombro y colchón. Ahora buscan sin saberlo o a conciencia, un abismo, un filo de la vida por el que caminar, por el que precipitarse.
Hoy no son tuyos, ni suyos, ni de nadie. No tienen compromisos, no saben devolver una llamada, incumplen sus promesas y olvidaron comprar aquel regalo de cumpleaños; tampoco les sonó el despertador el día D y hace tiempo que no se miran al espejo, al menos no en el mismo espejo en el que tú los ves.
Y sucede que justo ese día tuvieron que suspender la reunión y sin embargo, no te acompañaron a la eco y sí, se perdieron el gran partido. Tú lo excusarás :“no importa, ya vendrá en otra ocasión, pequeño, no será tu debut, pero vendrá”. Y te dejaron con esa mesa del rincón para dos, tal vez ocupando otra mesa, rodeado de otra gente, quizá también de mucha soledad.
No lo sé.
En cambio, acude diligente si lo llama “Él”, ese dueño implacable, cruel, silencioso, disimulado, ese “Yo Controlo”, “Cuando Quiera Lo Dejo” o “Estás loca-o, exageras”.


Sin embargo, confío en que todo esto no es el fin, sé que es éste un viaje con retorno, un viaje iniciático, un aprendizaje más, una prueba, un infierno que extinguir.
Porque creo firmemente
en las hadas,
en los cuentos
y en los finales felices.
Porque cuento contigo
los granos de arena,
si hace falta.
Porque juntos encontramos
esa aguja del pajar,
si lo precisas.
Porque te ayudo a buscar
a Nemo o a Wally,
si me llamas.
Porque yo creo en Ti
sé que algún día
te despiertas

y regresas.

Texto e imagen Santi Jiménez.
Acrílico sobre tabla 1x1m 
"Ángeles durmiendo"

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