lunes, 5 de enero de 2015

Adiós, 2.014, adiós




Me quedo con ese abrazo y ese perdón que se demoraron más de la cuenta y que tú me trajiste, 2.014.
Me quedo con la mala salud de hierro de mi madre y ese humor y nervio que enmascaran con genio su debilidad. Me quedo con su resistencia, con su entrega, con sus esfuerzos, sin pamplinas y sin ñoñerías, con su alimento para el alma y para el cuerpo.
Me quedo con tu ejemplo, papá, con tu lucha por la vida, con tus renacimientos, con tu energía, con tu esencia, con esas pruebas de fuego tan dignamente superadas, con tu naturalidad, con tu crear hogar, con tu libertad.
Amor, me quedo con la verdad de lo nuestro, con eso que está por encima de la rutina, los desencuentros y los quehaceres, con nuestro pacto, con nuestro sabernos de memoria y desconocernos a un tiempo, con nuestras diferencias infinitas que se borran en un beso, en un abrazo, en el sexo.
Hija, me quedo con tu complicidad solapada, con tu metamorfosis, con tu responsabilidad y tus consejos, con tu risa histérica, con tu mirada profunda que oculta heridas, sueños y aciertos. Me quedo contigo, sin duda. Tu reino es tu reino.
Hijo, me quedo con tu sensibilidad, con tu talento, con tu amor infinito, con tus charlas, tus inquietudes y tus proyectos, con tu mirada mágica y nueva.
Hermano, me quedo con tus mil batallas, con tus ganas, con tus pesadillas y tus sueños.
Hermana, me quedo con tu perseverancia paciente, con tu Amor en mayúscula, con tu renuncia y tu entrega.
Amigas, me quedo con nuestro café, nuestras confidencias, nuestras risas y nuestros llantos, con nuestros tenemos que vernos.
Me quedo con los que han llegado y con los que nunca se fueron, con los virtuales y con los de carne y hueso, con los que borran las distancias con sus gestos y palabras, con los que hacen lo que pueden y pueden con lo que hacen.
Me quedo con la ilusión y las nuevas experiencias, me quedo con poner mis latidos y mis tonterías en negro sobre blanco.
Y a ti, querido 2.015, te pido:
Que no me falten nunca abrazos, abrazos sentidos, presurosos o eternos, afligidos, arrepentidos o dichosos.
Que no me falten sus manos pequeñas, su caligrafía ni el relato de sus sueños y sus desvelos.
Que no nos falte una mañana de brisa fresca, que no nos falte la calidez de ese sol en la cara, ni el agua del mar en el pelo. Que no nos falte un cielo al que mirar, ni una razón para rezar ni las ganas de hacerlo. Que mantengamos siempre la conciencia alerta y la necesidad de dar las gracias, siempre.
Que no nos falte la tierra y que mi tierra sean las personas, que nuestros pies pisen firmes el suelo y nuestras manos toquen el cielo sin trampas.
Que sea yo consuelo, abrigo y refugio, alegría y chiste, compañera, amiga, hija, madre y hermana, que sea siempre payaso. Que no nos falte la emoción, ni el vello de punta ni las lágrimas espontáneas y curiosas asomadas a los ojos ni la carcajada gozosa, aunque sea a destiempo.

Bienvenido, Año Nuevo.
                                                                       Texto e imagen: Santi Jiménez

2 comentarios: