viernes, 14 de agosto de 2015

Tu boca


Como buena suicida pongo el corazón en todo lo que hago, por eso hoy no he dudado en seguir al viento en busca de tus palabras, esas palabras que creaste para mí cuando aún éramos nosotros, si es que alguna vez lo fuimos.
Tus palabras parecían todavía prendidas a tu boca en amoroso espejismo, igual que entonces.
Sin dudarlo me enredé de nuevo en tu boca, ese paraíso del que nunca estuve lo suficientemente cerca, lo suficientemente dentro, lo suficientemente saciada. Y he querido jugar con ella como antes, dibujarla con mi dedito como siempre, pero tu boca se ha vuelto hielo inmune, me mira muda, distante, vacía. Ya no quedan besos para mí en ella, nos los robó la Luna. Recuerdo que nos miraba celosa aquellas noches en las que cualquier cosa que rozaba tus labios se volvía beso, en las que no existía más cielo que el de tu boca.
Inútilmente hoy, he buscado aquellos días en los que mi oxígeno era tu aliento y mi  fuente, la lluvia fresca de tu boca, repleta de hierba verde, cuajada de rocío. Te sigo buscando como un lugar donde morir, rendidas las armas, los ojos cerrados, abierto el corazón.  Morir en los placeres de tu boca, sentirla tan hermosa junto a la mía. Cada beso, el primero. Cada beso, anunciando el último.

Sabes que no había más vida que la tuya. Que tú movías los labios, las manos, los hilos, los sueños, el mundo. Que abracé tus sueños, que olvidé los míos, que me olvidé de mí.


Burlaba las horas bebiendo de tu boca,  fuente extraña, besos frescos, efímeros, dulce veneno, aun sabiendo que la buscabas a ella, que te adentrabas en el hueco virgen de mi boca y la llamabas a ella hasta perderte, hasta perdernos.
Quizá por eso no fuimos nada, no fuimos de nadie, ni tan siquiera nuestros. Pertenecíamos acaso a aquella habitación con vistas a la ternura donde esquivamos la soledad y las ausencias con nuestros besos furtivos en vías de extinción.
No habrá un final feliz para este cuento. No volveré a hablar con la boquita llena de amor, porque tú ya no eres tú, porque yo aún soy yo y porque nadie, ni siquiera nosotros, nos creímos.

Imagen y texto: Santi Jiménez

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